Terapia con perros

marzo 25, 2025

by: Zoë McHenry, Escritora para Puentes para la Paz

¿Qué pasaría si pudieras presenciar la generosidad cristiana en acción, transformando vidas en Israel? Recientemente, durante una visita a Neve Landy, un hogar para niños y jóvenes con problemas, tuve la oportunidad de verlo. Neve Landy es único por su modelo, su misión y las vidas que transforma. Permíteme compartir contigo este lugar extraordinario en el sur de Israel.

No hay lugar como el hogar

A diferencia de las grandes instalaciones institucionales, Neve Landy está diseñado para crear un ambiente cálido y familiar, atendiendo a chicos con problemas que han experimentado algún trauma, abuso o negligencia. Muchos de estos niños han pasado un tiempo considerable en centros de salud mental debido a condiciones como TEPT [Trastorno de estrés postraumático], ansiedad severa, depresión y TDAH. Incapaces de prosperar en entornos familiares, orfanatos, hogares de acogida o instalaciones escolares convencionales, a menudo representan un peligro para sí mismos y para los demás, por lo que lugares como Neve Landy son su última oportunidad de sanar.

Bajo la dirección de la directora Shosham, Neve Landy ofrece un enfoque de atención holístico de atención, que combina tutoría educativa, orientación y asesoramiento. Los 50 niños y jóvenes, de entre 6 y 16 años, se alojan en dormitorios, divididos por grupos de edad para fomentar así un sentido de pertenencia y relaciones apropiadas para su edad. La comunidad se centra en atender las necesidades específicas de cada niño y en ayudarles a superar sus traumas pasados, mediante apoyo y terapia personalizados.

Refugio en la tormenta

A pesar de su apacible entorno, Neve Landy no es inmune a la dura realidad de su ubicación, a solo 24 km [15 mi] de la frontera con Gaza. El refugio se vio profundamente afectado por la guerra posterior al 7 de octubre de 2023. «Los chicos lo pasaron mal», reflexionó Shosham. «Las sirenas sonaban constantemente. Los pasillos estaban vacíos; el 80 % de mi personal fueron llamados a la reserva».

Muchos de los chicos de Neve Landy provienen originalmente de los kibutzim [comunidades colectivas] de los alrededores y, como señaló Shosham, «Aunque están aquí, la guerra está en todas partes».

Con una ansiedad creciente entre los niños y un personal limitado, los desafíos de mantener un ambiente seguro y de apoyo se tomaron extremadamente difíciles.

Además, como en cualquier guerra, la financiación comenzó a escasear. «Ahora, las organizaciones solo aportan dinero al esfuerzo bélico. Tiene sentido, pero sufrimos», relataba, Shosham.

La comunidad se vio en apuros para obtener apoyo externo para financiar sus programas de rehabilitación y terapia para los chicos. Ante la difícil situación, incluso algo tan beneficioso como la terapia con perros corría el riesgo de cancelarse.

Durante este tiempo de dificultad, Puentes para la Paz intervino y financió completamente el programa de terapia canina. «Esta terapia no sería posible sin su ayuda», me dijo Shosham. «Cristianos como ustedes marcan una gran diferencia».

Terapia a través del entrenamiento

Ver de primera mano el programa de terapia canina fue una experiencia singular. Conforme entrábamos a una habitación espaciosa, el sonido de una charla silenciosa llenaba el aire. Unos niños pequeños estaban reunidos alrededor de dos perros, dando órdenes en hebreo con entusiasmo. Estaban muy emocionados, hasta el punto de saltar y gritar. Su instructor calmó la situación, guiándolos con un ejercicio de respiración, consiguiendo tranquilizar al grupo. Después los condujo fuera, a una zona verde con jardín, cancha de baloncesto, árboles frutales y una mesa de ping-pong. Incluso yo, como visitante, me sentí como en casa.

A pesar de la barrera del idioma, los chicos estaban encantados de enseñarnos cómo entrenar a los perros. Me turné con ellos para dar órdenes a los dos perros: primero al más grande, luego a la más pequeña y tímida, a quien los chicos llamaban Angie. Estaba bastante nerviosa con toda aquella actividad a su alrededor.

«Es nueva, pero muy vieja», comentó la terapeuta canina.  «Algunos de los perros que traigo son rescatados, y otros comprados».

Me quedé perpleja. ¿No eran perros de terapia entrenados? Pero luego comprendí: los propios perros eran la terapia. Vi cómo respondían a la hiperactividad de los niños, encogiéndose o ladrando ante ruidos fuertes o volviéndose dóciles en un entorno tranquilo. Mientras los niños entrenaban a los perros, estos les enseñaban regulación emocional, responsabilidad, paciencia y comunicación. Todo ello en sí mismo, conformaba la terapia. Lo que parecía una interacción normal era mucho más que eso.

Como si de un “espejo” se tratase, los perros reflejaban el estado emocional de los niños. El terapeuta nos explicó la importancia de respirar lentamente y calmarse antes de interactuar con los perros. Esto ayuda a los niños a comprender la importancia de controlar sus emociones, no solo durante el entrenamiento, sino también en su vida diaria.

Vi que un niño empujaba a otro para quitarle la correa. Intercambiaron algunas palabras y, finalmente, el niño se la cedió a su amigo. ¡Estaban compartiendo! Pude ver cómo el proceso de aprender responsabilidad, paciencia y comunicación se desarrollaba en cuestión de minutos.

¿Por qué perros?

Con tantas terapias disponibles que enseñan estas mismas lecciones, me pregunté qué hacía que esta terapia fuera tan especial.

«Creo que los niños sienten antes de saber. Los niños no quieren que se les lea la mente; quieren que alguien comprenda su corazón. Y los perros son la mejor manera de llegar al corazón de un niño», dijo la terapeuta.  «El vínculo que se forma entre los niños y los perros crea una conexión emocional que muchos de estos niños no habían experimentado nunca antes: una conexión basada en el amor, la confianza y la compasión».

Al mirar a los perros y ver cómo meneaban sus colas, supe que tenía razón. Los perros no juzgan. Al contrario, “ofrecen amor incondicional”.

Una verdadera diferencia

Los resultados hablan por sí solos. Según el terapeuta, los chicos muestran una mejoría del 80-90% en su bienestar emocional.

La sesión de terapia terminó con fuertes apretones de manos, abrazos de perro y risas. Los niños estaban alegres y despreocupados, una imagen poco común para quienes han experimentado tanto dolor. Esta es la belleza de Neve Landy: a pesar de las dificultades, aquí los niños tienen la oportunidad de volver a ser niños.

Y sin el apoyo de organizaciones como Puentes para la Paz, nada de esto sería posible. «Estamos aquí para ayudar a los chicos en todo momento, y con el apoyo de Puentes para la Paz, podemos marcar una verdadera diferencia», concluyó Shosham.

 

Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz
Revisado por Ara Sainz – Voluntaria en Puentes para la Paz

 

Publicado en marzo 25, 2025

Fuente: Artículo (“Therapy with a Tail”) del Dispatch from Jerusalem (Despacho desde Jerusalén) de abril 2025