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El plan de Trump para Gaza: cambio de narrativa

March 11, 2025

Jabalia, en la Franja de Gaza central, 5 de febrero de 2025

Los expertos de Washington en Oriente Medio se reunieron para cenar en el salón de baile del Ritz Carlton Georgetown, organizado por un destacado grupo de expertos. Era el 19 de mayo de 2019 y habían venido para escuchar a Jared Kushner hablar sobre el próximo plan de paz de Trump. Kushner describió tanto una visión económica para Oriente Medio como un marco para la paz entre israelíes y palestinos. Entre el público, los expertos se mostraron escépticos. Se escucharon algunos susurros (“¿qué le hace pensar que es un buen momento para esto?”) y, después de 45 minutos, le aplaudieron educadamente.

Pero poco más de un año después, Kushner y su equipo produjeron los ‘Acuerdos de Abraham’ entre Israel y tres países árabes: Marruecos, el segundo país árabe más poblado; los Emiratos Árabes Unidos, la segunda economía árabe más grande; y Bahréin, sede de la Quinta Flota de los Estados Unidos. Fue la mayor expansión de la paz en Oriente Medio, desde el tratado de paz entre Egipto e Israel de 1979. Kushner había prometido una sacudida del status quo. Y una parte importante de la región, respondió de una manera sorprendente y positiva.

En el primer mes de su segundo mandato, el presidente Donald Trump esbozó un plan para Gaza de posguerra, que cambia drásticamente la narrativa de este conflicto. Su plan convertiría estos 40.2 kilómetros [25 mi] de costa, con su puerto de aguas profundas y una delgada franja de interior agrícola, en un desarrollo inmobiliario y en la práctica, buscando devolver a Gaza lo que había sido durante casi dos milenios de antigüedad: “un puerto cosmopolita en una encrucijada estratégica entre tierra y mar del Mediterráneo oriental”. La mayoría de los aproximadamente 2.2 millones de habitantes de Gaza serían reubicados, al menos mientras se construye este proyecto, que llevará unos 20 años.

No más segundas oportunidades

Si el plan de Trump no hace algo más que poner fin a la vieja narrativa de este conflicto, en la que la comunidad internacional actúa solo para restablecer un status quo que permita a los palestinos atacar a Israel, entonces, este plan habrá prestado un excelente y valioso servicio.

La depravación del 7 de octubre debería haber conmocionado al mundo civilizado, para que se diera cuenta y apoyara el hecho de que Israel no permitirá otra segunda oportunidad palestina. Para mí, un video publicado el 7 de octubre llevó a esa comprensión: civiles de Gaza (no Hamás en este caso, como descubrimos más tarde) sujetando a un trabajador tailandés en un kibutz [una comunidad colectiva] y decapitándolo con un azadon de jardín. Cuando lo miré, supe entonces que se había cruzado un Rubicón.

Si hubo conmoción en todo el mundo después del 7 de octubre, pronto se disipó. Ni siquiera la celebración pública en Gaza por los bebés israelíes asesinados pudo cambiar el debate. Necesitábamos un presidente estadounidense que desengañara a quienes, consciente o inconscientemente, normalizarían a Hamás y a sus numerosos partidarios.

¿Normalización de Hamás? Puede que esa no sea la intención, pero es sin duda lo que resultaría de una Autoridad Palestina “reformada”, puesta a cargo de Gaza. Esta Autoridad Palestina “reformada” [AP] aparece en los informes de los centros de estudios y en el plan de posguerra de último momento (14 de enero de 2025), de la administración Biden para Gaza.

El problema: nadie explica cómo se produciría esta “reforma” y durante qué período, y luego, cómo la AP reformada reemplazaría a Hamás y restablecería la gobernanza en Gaza. Lo más importante es que nadie identifica al movimiento político palestino que apoyaría críticamente esta reforma.

La única opinión intelectualmente honesta sobre esta “reforma”, fue la del ex primer ministro de la AP Salam Fayyad. Este escribió que las únicas reformas que podrían permitir a la AP gobernar Gaza, implicarían incorporar a Hamás y la Yihad Islámica Palestina a dicha Autoridad. En otras palabras, el único movimiento político palestino que puede controlar las calles de Gaza es Hamás y sus aliados yihadistas [la guerra “santa” contra los no creyentes en el Islam].

También hay elementos pro-Hamás en Occidente que engañan a la opinión pública. Por ejemplo, la directora del Centro de Oriente Medio de la Fundación Carnegie, Maha Yahya, escribió recientemente en Foreign Affairs que el ataque de Hamás del 7 de octubre fue una respuesta a la construcción de asentamientos en Cisjordania, y otras “evasiones israelíes para evitar una solución de dos estados”. Lamentablemente para ella, el propio Hamás socava este mensaje: sus líderes han explicado constantemente el ataque del 7 de octubre, en los medios árabes y en otros lugares, como un primer paso en la liberación de toda Palestina, y que a su vez, conducirá a otras conquistas que en última instancia crearán un califato global.

La visión de Trump cambia la narrativa e ignora estos delirios, y el engaño que han sostenido una serie de guerras de décadas de duración que terminaron con la devastación actual.

¿Qué pasa con los habitantes de Gaza?

Un segundo beneficio de la visión de Trump, es que se centra en las necesidades prácticas del pueblo de Gaza. La contraofensiva israelí después del 7 de octubre convirtió las zonas urbanas edificadas en escombros. Cualquier reconstrucción posterior a la guerra requerirá años de remoción de escombros, demolición de túneles y nueva infraestructura y viviendas. El enviado presidencial estadounidense Steve Witkoff estima que esto llevará 20 años. Mientras tanto, la población de Gaza debería ser reubicada fuera de esta zona de construcción, con su consentimiento.

¿Qué quieren los habitantes de Gaza? Una encuesta creíble realizada un mes antes del ataque del 7 de octubre, por el Centro Palestino de Investigación Política y Encuestas de Khalil Shikaki muestra, que aproximadamente un tercio de los habitantes de Gaza querían emigrar. Tal vez esa cifra haya aumentado como resultado de la guerra. Miles de quienes tienen los medios para viajar y pagar los 7,000 dólares estadounidenses de visas de tránsito egipcias, se han mudado a otros lugares, miles más simplemente se han mudado a Egipto.

Los medios estadounidenses presentan regularmente, entrevistas con personas que dicen que Gaza es su hogar y que quieren quedarse. Pero es necesario plantearse otras preguntas: la mayoría de los habitantes de Gaza son descendientes de refugiados de la guerra de 1948, no son originarios de Gaza. La última vez que tuvieron la oportunidad de votar, en 2006, una fuerte mayoría votó por Hamás, el partido que prometió el regreso a sus hogares de antes de 1948, ahora dentro de Israel. Si quieren que Gaza sea su hogar como plataforma de lanzamiento para otra nueva vida, entonces deberían saber que esa opción ya no está disponible.

Que los habitantes de Gaza decidan o no, reubicarse, ya sea de manera permanente o temporal, es una decisión que les corresponde a ellos mismos. Pero la historia no debería terminar ahí: si quieren quedarse, cualquier ayuda internacional para reconstruir Gaza debería estar sujeta a condiciones. Tendrán que desarrollar alternativas políticas pacíficas para Hamás. Como ha afirmado un dirigente palestino, Samer Sinijlawi, después del 7 de octubre corresponde a los palestinos convencer a los israelíes, de que han decidido vivir en paz junto al Estado de Israel.

¿Y a dónde se reubicarían los habitantes de Gaza? En 1991, tras apoyar la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein, los 450,000 residentes palestinos de Kuwait fueron expulsados ​​sumariamente, la mayoría de ellos reasentados en Jordania. Pero Jordania se opone firmemente a aumentar de forma masiva las tensiones demográficas existentes, entre palestinos y habitantes de la Ribera Oriental. Un lugar más probable de reasentamiento sería Egipto, la antigua potencia ocupante de Gaza entre 1948 y 1967, siempre que existan incentivos financieros suficientes.

Destellos de un acuerdo

Cuando se le preguntó al asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Michael Waltz, sobre las reacciones negativas de los árabes al plan de Trump, dijo: “Creo que esto va a hacer que toda la región encuentre sus propias soluciones”.

El gobierno egipcio respondió redactando un plan, que exige una reconstrucción de Gaza de cinco años y 53,000 millones de dólares, que la Liga Árabe propuso el 4 de marzo. Es una propuesta inicial, con muchos defectos incluidas las condenas unilaterales a Israel, y puede verse superada por los acontecimientos si, como muchos esperan, Israel reanuda su contraofensiva y vuelve a ocupar Gaza para debilitar aún más a Hamás.

Pero el plan egipcio ofrece un atisbo de un posible acuerdo futuro. Se aleja ligeramente de la creencia consensuada de Washington en una AP “reformada” que supervise Gaza; en cambio, exige un gobierno “tecnocrático” de transición para Gaza “bajo el paraguas” de la AP. También prevé funciones para un Grupo de Contacto Internacional que apoye la reconstrucción, y para fuerzas de paz internacionales (si bien bajo la dirección de las Naciones Unidas, que tienen una mala historia, tanto en Líbano como en Gaza y son inaceptables para Israel).

Una posible vía de avance insinuada en el plan egipcio, sería una misión multinacional no perteneciente a la ONU que se desplegaría en Gaza, tras un desmantelamiento total por parte de Israel del ejército de Hamás, para proporcionar seguridad, restablecer los servicios públicos y reemplazar al gobierno civil de Hamás. Con el tiempo, esa misión supervisaría la reconstrucción económica, que dependería del progreso de la gobernanza palestina y estaría vinculada a él. Un grupo de ex funcionarios estadounidenses (divulgada y que incluyo yo), elaboró ​​precisamente ese plan para Gaza, basado en misiones internacionales exitosas que funcionaron en Bosnia y Kosovo. Ese plan es coherente, con una propuesta de los Emiratos Árabes Unidos, aborda el enfoque de Israel en la reforma del sistema educativo de Gaza y la desradicalización de la población, y satisface las preocupaciones estadounidenses de no enviar tropas sobre el terreno (en lugar de eso, proporcionan liderazgo organizativo, apoyo logístico y de inteligencia).

Una misión multinacional también podría ser coherente con algunos elementos de la visión del presidente Trump: sería temporal, pero de duración suficiente para permitir una reconstrucción completa, supeditada a los avances en materia de gobernanza, podría permitir la inteligencia financiera y el ingenio empresarial estadounidenses. El enviado especial Witkoff habló de 20 años; la misión internacional en Bosnia sigue allí 30 años después, aunque de tamaño reducido.

Gaza fue una vez una joya del Mediterráneo. Juristas bizantinos educados en Gaza participaron en la redacción del Código de Justiniano, la base de gran parte del derecho occidental. La palabra “Gaza” significa tesoro en árabe medieval (y en egipcio antiguo). Si descartamos la vieja narrativa y alentamos a los israelíes y árabes a responder a la visión alternativa de Trump, podríamos estar en el camino hacia otro avance en la paz en Oriente Medio.

 

ENFOQUE DE ORACIÓN: Proclamemos la verdad de que el Señor es soberano sobre el mundo entero y todos sus habitantes, incluyendo la Franja de Gaza y sus ciudadanos. Oremos para que se cumpla Su voluntad en la resolución de la cuestión de quién gobernará y qué sucederá en Gaza al final. Agradezcamos a Dios por este plan innovador presentado por la administración Trump, que ha impulsado a los países árabes vecinos a pensar en sus propias soluciones.

VERSO BÍBLICO: “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y los que en él habitan”.

– Sal 24:1 NBLA 

 

Traducido por Chuy González – Voluntario en Puentes para la Paz   
 

Posted on March 11, 2025

Source: Un artículo por Robert Silverman, originalmente publicado por Jewish News Syndicate el 10 de marzo de 2025. (El vocabulario respecto al tiempo ha sido modificado para reflejarse en nuestra publicación del día de hoy). Puedes ver el artículo original en este link.

Photo Credit: Khalil Kahlout/Flash90/jns.org